Jack el Destripador y Sherlock Holmes son dos nombres mundialmente conocidos. Del primero, pese a ser una figura histórica, se desconoce casi todo, incluso algunos han llegado a poner en tela de juicio que fuese solo una persona o incluso su sexo. Del segundo, a pesar de ser un personaje de ficción, conocemos muchas cosas. Aunque ambos vivieron en el Londres de la época victoriana, obviamente nunca se juntaron en la realidad y nadie, ni siquiera el creador de Holmes, Arthur Conan Doyle, les hizo coincidir en la ficción.
Hasta que a una joven y prometedora escritora vallisoletana, Sara Saudade, se le ha ocurrido hacerlo en un trabajo cuya extensión lo sitúa entre la novela corta y el relato, Atrápeme Si Puede. Una idea genial, a caballo entre la historia y la imaginación de la autora, que cambia aquí completamente de registro respecto a su primera novela, Voces Entrelazadas. Esto demuestra su talento, capacidad y versatilidad, porque se mueve como pez en el agua en esta novela negra de tintes macabros, con escenas realmente violentas y sobre todo muchísima oscuridad. Nada que ver con aquel primer relato intimista y sentimental que también obtuvo su reseña en esta Buhardilla.

Uno de los grandes aciertos de Atrápeme Si Puede es sin duda el tremendo dinamismo de sus diálogos. Son ágiles, vibrantes y, además, están estupendamente escritos, lo que no es ni mucho menos tan habitual. Son creíbles, igual que el propio argumento, aunque en realidad el célebre detective residente en Baker Street 221B nunca se propusiera dar caza al asesino en serie más famoso de todos los tiempos.
La novela se sitúa en un contexto muy determinado, cuando Jack empieza a dar comienzo a su tétrica obra sanguinaria. Los cuerpos policiales (el metropolitano, es decir, Scotland Yard, y el de la City) londinenses están enfrentados y entorpecen la investigación. Como es natural, les toca recurrir a Holmes y a su inseparable compañero Watson para que resuelvan el asunto. El problema es que esto es exactamente lo que El Destripador está deseando. El caso se convertirá en un auténtico vía crucis para el cínico y habitualmente flemático detective.
Lo más sorprendente es que Sara ha indagado no solo en el testimonio que ha llegado hasta nuestros días de los crímenes de Jack el Destripador sino también en la historia del propio Sherlock. Lo sitúa en un momento determinado de su trayectoria profesional, cuando el detective está falto de motivación después de haber resuelto algunos de sus más importantes casos (es el período que media entre las novelas El Signo de los Cuatro y El Sabueso de los Baskerville). Además, el retrato de su personalidad es muy fiel, pero al mismo tiempo la escritora pucelana le da un toque personal, sacando su lado más humano, menos frío, más vulnerable. Para ello, utiliza la mayor parte del tiempo el relato en primera persona del eterno compañero de Holmes, el Doctor Watson, tal y como habría hecho Conan Doyle, aunque también hay tramos en los que emplea el punto de vista del narrador omnisciente.
La atmósfera está fantásticamente construida, haciendo que el lector se sumerja en las calles de ese barrio miserable llamado Whitechapel lleno de callejones sombríos, tabernas fascinantes y peligrosas, luces de farolas decadentes y la omnipresente niebla, que nunca puede faltar en la gran metrópoli británica.
Pero lo mejor de esta novelette es la maestría de Sara a la hora de reflejar el abismo psicológico que trae consigo la dualidad provocada por el conflicto entre la parte luminosa y su reverso tenebroso, presente en cualquier ser humano y que en estas dos mentes brillantes, tan iguales y tan distintas, resulta especialmente patente.
El único punto flaco de esta segunda obra de Sara Saudade es que se hace demasiado corta. Una idea tan interesante pedía a gritos una novela corta o por lo menos unos cuantos capítulos más para desarrollar los entresijos de las pesquisas de Holmes y el trasiego criminal del Destripador, y especialmente su choque de caracteres. Tal vez en una futura revisión, quién sabe.
Lo que está claro es que Sara ha demostrado con su segundo paso de entidad en el mundo de la literatura (aunque en realidad su trayectoria ya es bastante extensa a nivel de relatos cortos y poesías, la mayoría de las cuales están recogidas en su maravilloso blog Letras en el Aire) que es capaz de enfrentarse a retos de mucha altura y de moverse en terrenos pantanosos sin que le tiemble el pulso a la hora de dar a las teclas y regalarnos piezas de calidad. Hay ganas de ver cuál será su siguiente paso y sobre todo deseo de que la gente se dé cuenta de que no es una escritora amateur más, sino alguien que debería tener su hueco entre los nombres importantes.